El Método de Sherlock Holmes en “Estudio en escarlata”


          La obra de Arthur Conan Doyle (1882), “Estudio en escarlata”, nos permite acercarnos a la lógica de investigación científica, pues nos muestra el proceder racional de Sherlock Holmes, quien haciendo uso de sus grandes capacidades analíticas, pone en práctica el método deductivo para resolver los casos.

Holmes procede como un científico: primero reflexiona el problema, segundo recolecta la evidencia empírica que le permita establecer premisas, a partir de las cuales construye una explicación lógica, que finalmente corrobora en el campo de acción. Algunos de sus razonamientos nos permiten identificar en su proceder, tres principales métodos que utiliza como base para la resolución de sus casos:
Método deductivo. Al utilizar los datos con que se cuenta analizándolos para así elaborar sus conclusiones.
Método abductivo. Al considerar todo los detalles de la escena del crimen para formular la hipótesis que lo lleve a la resolución del caso, fundamentando las deducciones y razonamientos.
Método inductivo. Comprueba y corrobora las hipótesis que formuló utilizando los datos obtenidos y correlacionando todos los detalles.

Pasos que siguió Sherlock Holmes para llegar a sus conclusiones:

         El problema al que se enfrenta Holmes en Estudio en escarlata es un misterioso asesinato en una casa abandonada de Lauriston Gardens.
        La forma en que el personaje resuelve sus casos tiene un enfoque basado en el método científico, que trasciende a la ficción y puede ser aplicado por igual a la ciencia como al delito, e incluso puede ser el modelo de una forma de pensar.
Utilizando la observación, la inferencia y la deducción -que es el núcleo que hace que sea un detective distinto de cualquier otro- Holmes nos demuestra que ve en ellos siempre algo más, pero al mismo tiempo algo menos:  Algo “Más” en el sentido de que los casos cobran un significado más general, como objetos de especulación e investigación, como enigmas científicos, por decirlo así. Presenta aspectos que ya se han visto en casos anteriores y que sin lugar a dudas se volverán a presentar; es decir, principios generales que se pueden aplicar a otros casos que a primera vista no parecen guardar relación. Y, algo “Menos” en el sentido de despojarlos de emociones o conjeturas -es decir, de elementos ajenos a la claridad del pensamiento- y darles un carácter objetivo, tan objetivo como pueda ser una realidad no científica. El resultado es el delito como objeto de una investigación estricta que se aborda desde los principios del método científico poniendo a su servicio la mente humana.
         Primero, Holmes recomienda empezar por lo más básico. Como él dice: «Antes de poner sobre el tapete los aspectos morales y psicológicos de más peso que esta materia suscita, descenderé a resolver algunos problemas elementales».  El método científico parte de algo que parece de lo más trivial: observar. Antes de empezar a plantear las preguntas que definirán la investigación de un crimen, un experimento científico o una decisión, nos debemos centrar en lo más básico. Es por ello que Holmes califica de «elementales» las bases de su investigación, porque eso es lo que son los elementos que definen el funcionamiento de algo, que hacen que ese algo sea lo que es.
          Lo que quiere decir Holmes cuando habla de empezar por lo básico, por problemas tan triviales que los podríamos pasar por alto. ¿Cómo plantear hipótesis y crear teorías verificables sin antes saber qué observar y cómo observarlo, sin antes entender la naturaleza fundamental, los elementos más básicos, del problema que nos ocupa? (La simplicidad engaña, como pudimos observar en los dos capítulos siguientes).
           Sea cual sea el problema, deberemos definirlo y formularlo en nuestra mente de la forma más concreta posible, para añadirle después nuestras experiencias pasadas y la observación actual, como cuando Holmes se da cuenta de que los inspectores Lestrade y Gregson no ven la similitud entre el asesinato que investigan y otro caso anterior, y les recuerda que «nada hay nuevo bajo el sol... Cada acto o cada cosa tiene un precedente en el pasado»).
          Solo entonces podremos pasar a plantear hipótesis, que es el segundo paso. Aquí es cuando el detective recurre a su imaginación y genera posibles líneas de investigación de los hechos sin limitarse a la posibilidad más evidente: en Estudio en escarlata, la palabra rache no tiene por qué ser un fragmento de Rachel; también puede ser el término en alemán que significa «venganza». Todos los escenarios y explicaciones posibles surgen de esa base inicial de conocimientos y de observación.
        El tercer paso, será comprobar nuestra hipótesis. Holmes examina todas las líneas de investigación y las elimina una por una, hasta que la que quede, por muy improbable que parezca, sea la correcta.
Además, La base original de conocimientos se debe actualizar constantemente. Cuando el entorno cambia, debemos revisar y volver a comprobar las hipótesis. De lo contrario, lo que fuera trascendental puede terminar siendo irrelevante. Y lo que fuera reflexivo puede dejar de serlo si no seguimos cuestionando, insistiendo.
       En resumen, el método científico consiste en entender el problema y plantearlo, observar, formular hipótesis (o imaginar), comprobar y deducir; y si hace falta, repetir el proceso.
Seguir a Sherlock Holmes es aprender a aplicar este mismo método no solo a las pistas externas, sino también a cada uno de nuestros pensamientos y a los pensamientos de las personas que puedan estar implicadas.
          Cuando Holmes expone por primera vez los principios teóricos de su método, los reduce a esta idea básica: «Las innumerables cosas que a cualquiera le sería dado deducir no más que sometiendo a examen preciso y sistemático los acontecimientos de que el azar le hiciese testigo». Eso incluye todos los pensamientos; en el mundo de Holmes no hay ni un pensamiento que se acepte sin cuestionarse. Como él mismo comenta, «a partir de una gota de agua (…) cabría al lógico establecer la posible existencia de un océano Atlántico o unas cataratas del Niágara, aunque ni de lo uno ni de lo otro hubiese tenido jamás la más mínima noticia».
         En otras palabras, dada nuestra base de conocimientos existente, podemos usar la observación para deducir el significado de un hecho que, por sí solo, carece de sentido. Todo científico debe tener la capacidad de imaginar y hacer hipótesis sobre lo nuevo, lo desconocido, lo que aún está por comprobar.

         Es un método basado en la ciencia, en unos pasos muy concretos, en unos hábitos de pensamiento que se pueden aprender, cultivar y aplicar.

¿Por qué fueron distintas a las elaboradas por Scotland Yard?


          Simple y llanamente, por que Scotland Yard no ve los casos como los ve Holmes. Ellos toman los delitos como unos hechos aislados, considerando solamente la necesidad de tener algún sospechoso que llevar ante la justicia para pagar por ellos. Se adelantan a los hechos anticipando pistas, y fallaron al no relacionar los cabos sueltos, ignoraron detalles y en vez de revisarlos siguieron avanzando; finalmente esto derivó en que deducciones erróneas que los llevó a creer que habían resuelto el caso cuando no era así.

Basado en  La obra de Arthur Conan Doyle (1882), “Estudio en escarlata”

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